Un Haendel “distinto”

¡Pero qué creatividad! Sencillamente GENIAL.

Poema sinfónico para 100 metrónomos

“Hay dos cosas en este mundo que no tienen porqué significar nada, una es la música y otra la risa”
Inmanuel Kant

En las últimas clases de 1º de ESO hemos estado hablando sobre el sonido, el ruido y el silencio. De repente me volvió a la mente una obra que siempre me ha llamado la atención: el Poema Sinfónico para 100 metrónomos del compositor húngaro Györgi Ligeti (1923-2006). Aunque a muchos no os suene su nombre, Ligeti es uno de los iconos de la música contemporánea. El director de cine Stanley Kubrick eligió algunas de sus obras para las bandas sonoras de 2001: Una odisea en el espacio, El resplandor o Eyes Wide Shut.

Para la ejecución de esta obra se requiere la presencia de diez artistas, cada uno encargado de diez de los cien metrónomos. Los metrónomos se ubican sobre una plataforma, se les da cuerda y se ajustan a distintas frecuencias. Una vez preparados, a la señal del director, se inician intentando que sea de manera simultánea. Los artistas salen de escena. A medida que a los metrónomos se les va acabando la cuerda, se hace perceptible la periodicidad en el sonido y comienza a distinguirse a un metrónomo del otro. La pieza suele terminar con un único metrónomo oscilando por unos pocos compases, seguidos por el silencio. 

En esta obra se refleja también la fascinación del compositor por los mecanismos autómatas, en este caso un desfasamiento de 100 metrónomos donde el único papel humano es desencadenar el fenómeno: encenderlos. Atendiendo a la masa sonora que se genera su forma podría ser la de un lied binario, es decir, un A-B-A’ (uniformidad, caos, uniformidad):
A: Uniformidad: masa sonora continua con todos los metrónomos encendidos al mismo tiempo.
B: Caos: cambios continuos cuando se comienzan a parar los metrónomos; se escuchan variaciones sonoras debido a que no paran de forma simultanea.
A’: Uniformidad: vuelta a la uniformidad cuando sólo queda uno o pocos metrónomos con ritmo contínuo; se escuchan de forma nítida distinguiéndolos claramente.
Por otro lado el compositor también trabaja intensamente el concepto de textura, desde la simplicidad a la máxima densidad para, finalemente, acabar volviendo al sonido desnudo de un único metrónomo.
Y yo pregunto a mis alumnos… ¿música? ¿sólo ruido? Hagan sus comentarios… ;-)

¿Para qué hay que estudiar música?









Estudiar música nos ayuda a desarrollar capacidades intelectuales, sociales y personales. Hoy quiero compartir con vosotros un post muy interesante, extraído del blog de Eduard Ruano, profesor de Tuba del Conservatorio Profesional de Zaragoza, donde nos da una serie de razones para aquellos indecisos que aun piensan que estudiar música “no sirve para nada”.

1. Desarrollo de la psicomotricidad

Para tocar un instrumento lo primero es conseguir que suene ya sea soplando, frotando un arco, pulsando una tecla o rasgando una cuerda. Una vez conseguido ésto, el siguiente paso es dar “forma” al sonido y tocar notas concretas accionando los mecanismos necesarios. Todo ello mientras se lee la partitura. Un ejercicio de psicomotricidad de lo más completo.

2. Competencias en idiomas

Esa partitura de la que acabamos de hablar contiene instrucciones precisas sobre el ritmo, la altura, la duración, la velocidad, el carácter y la técnica precisa para tocar las notas; expresadas solamente con lineas, puntos, y algún que otro símbolo. Es como aprender a leer otro alfabeto, de la misma manera que si aprendemos ruso, griego o mandarín. Pero vamos más allá: la música tiene frases, sintagmas (semifrases) y palabras (motivos) que dan sentido al discurso musical, un auténtico sistema sintáctico que da coherencia a la música. Mientras aprenden música mejorarán su aprendizaje en todo lo relacionado con la competencia lingüistica. 

3. Pensamiento lógico

Especialmente en los primeros cursos -en los que se asimilan e interiorizan los conceptos básicos de la música-, las matemáticas y la lógica son fundamentales para comprender e interpretar el ritmo. Por eso, estudiar música desarrolla el razonamiento lógico-matemático y estructura los mapas mentales.

4. Pensamiento múltiple

Además de la psicomotricidad que mencionábamos para tocar el instrumento, hay que tener en cuenta que las notas deben sonar con la duración, afinación, intensidad, ritmo e intención que se nos pide en la partitura. O que nos pide el director. O nuestro compañero de atril. O todos a la vez.

5. Sensibilidad artística

Por encima de cualquier requerimiento técnico la música es un arte. Siendo así, tocar un instrumento desarrolla la creatividad a través de la experimentación, canaliza la exteriorización de los sentimientos y fomenta el desarrollo del criterio artístico.

6. Capacidad de autoescucha y reflexión

Es evidente que para dominar un instrumento hay que escuchar lo que se está tocando, analizarlo y corregir lo que sea necesario. Con el tiempo, el hábito de escucharse a uno mismo va más allá del instrumento y con ello el análisis y la reflexión de lo que nos decimos a nosotros mismos.

7. Empatía y habilidades sociales

Además de escucharse a sí mismo, para poder tocar en grupo es imprescindible escuchar a los demás, por lo que se desarrolla la empatía. Si el grupo es grande, como una banda o una orquesta, también se desarrollan las habilidades sociales necesarias para relacionarse con los demás miembros.

8. Educación en valores

Tocar con solvencia un instrumento no es fácil ni rápido. Requiere trabajo constante, esfuerzo y perseverancia; unos valores que la inmediatez de nuestro acelerado mundo parecen haber olvidado. Al mismo tiempo, tocando en público deberán superar sus miedos.

9. Autoestima

Los pequeños avances que día a día experimentará serán una fuente de satisfacción que gratificarán todo el esfuerzo invertido. A medio plazo el control sobre el instrumento será mayor, con lo que también crecerá la motivación y el perfeccionismo; al cabo de los años podrá mirar atrás y ver que ha merecido la pena y todo ha sido posible gracias a sí mismo.

10. Serán más responsables y cuidadosos

A excepción de los instrumentos más grandes (piano, órgano, clave, arpa, percusión, contrabajo…), cada estudiante utiliza su propio instrumento, tanto en el estudio personal como en clase. Los instrumentos musicales son delicados y por tanto requieren cierto cuidado en su manipulación y mantenimiento; en otras palabras: un instrumento necesita que seamos responsables y cuidadosos con él.
Fuente: eduardruano.com